Papá Estado, mamá Unión Europea

El Artículo 6.1 del famoso RGPD nos dice cuales son las bases de tratamiento de datos y nos hemos encontrado, al menos los españoles, con una pequeña reprimenda en el sentido de que aparece, entre otros, el INTERÉS LEGÍTIMO como una base de tratamiento que mira de tú a tú al consentimiento.

Y es que el legislador, pensó que el ciudadano medio cuando daba “aceptar” a todas las condiciones ¡¡las había leído!!, como cuando se cree que alguien se lee el contenido calórico de una hamburguesa. Pues no. Y claro cuando se pide para ciertos casos esa acción afirmativa, como, por ejemplo, que una gran empresa lo adquiera para poder mandar publicidad a sus miles de clientes, podemos encontrarnos ante un fiasco morrocotudo a nivel técnico y humano.

La UE nos ha dicho con el RGPD que somos mayores, que ya está bien de decirnos qué tenemos que hacer para conservar los datos, que ya está bien de subir ficheros a la AEPD como si eso sirviera para algo, ya está bien de andar pidiendo consentimientos cuando, nuestra adultez nos permite usarlos para fines lógicos derivados de una acción concreta (como ser cliente de una empresa). La UE nos ha dicho que seamos consecuentes con nuestra responsabilidad y que seamos proactivos.

Pero todo esto lo dice con mucho tacto: 173 considerandos para justificar 97 artículos recuerdan muy mucho a los 56 considerandos y los 18 artículos de la Directiva del Parlamento y el Consejo para la protección de las patentes biotecnológicas: mucha explicación para poco articulado, pero bueno, era necesario.

Sobre todo, era necesario para explicarnos a los europeos que el Estado nos protege de lo que hagamos con nuestros datos ya que, ¡ay, animalicos! no hemos sabido gestionarlos bien (y seguimos sin saberlo) porque nos han expuesto muy bien que hay que protegerlos pero, lo que sigue subyacente y no muy público es el por qué cuidar de nuestros datos es importante. Dotarnos de derechos y de protección sin más, aun escudándose en una regulación que nos deja libres por para decidir cómo hemos de responsabilizarnos al recoger datos, no es más que un recordatorio de aquello tan arraigando en Europa de que “papá Estado, nos protege”, porque las campañas de sensibilización sobre cómo usar nuestros datos, son casi inexistentes.