Empresas que trabajan para partidos políticos y son sancionadas
Estamos conociendo resoluciones que sancionan acciones cometidas, antes de la aplicación del RGPD, por empresas contratadas por partidos políticos.
Omnium, que recopiló datos de ideología política de ciudadanos residentes en Cataluña durante el año 2014, se entiende que para “pulsar sus inquietudes” en relación con la consulta sobre la independencia que se celebró en noviembre del mismo año.
La sanción conjunta sobre la plataforma Leave.EU y la aseguradora Eldon Insurance, impuesta por la ICO -la AEPD británica- por considerarse probado que la primera remitió correos de contenido propagandístico a los clientes de la aseguradora, y ésta spam comercial a los contactos recopilados por la plataforma probrexit.
Malos, han sido malos.
Han hecho cosas que no se podían hacer, y por eso mamá agencia reguladora viene y les pega unos azotes.
Pero vamos a mejor.
Por poner las cosas en contexto, recordemos que allá por el año 2000 un desaprensivo montó un partido político sólo para arramplar con los datos del censo electoral de cuatro comunidades autónomas y diecisiete provincias y venderlos al mejor postor.
Supercerebros.
Cosas que pasan cada día cuando navegamos por internet
Pero hablemos de lo que sí se puede hacer.
Hablemos de los datos de ideología política, entre muchos otros de categoría especial (orientación sexual, etnia, religión, datos de salud) de los que dispone cualquier empresa especializada que lleve un mínimo de tiempo haciendo perfilado de, por ejemplo, usuarios de internet.
Hace unos días se hacía público uno de esos documentos que te dejan con el culo torcido.
Lo que se denuncia es el “business as usual”, la completa normalidad con la que se perfila o clasifica a la gente en categoría como “desorden alimenticio”, “de izquierdas”, o “cienciología”.
Por ejemplo:
Aquí el listado de clasificaciones de Google (es un documento original pero contiene resaltadas en amarillo las categorías más polémicas).
Aquí el listado oficial de IAB Europe (igualmente original y resaltado).
No es que no supiéramos que toda la información que vamos dejando tras de nosotros -en forma de, por ejemplo, clicks, historial de navegación y distraído deambulamiento por la web- se emplea para meternos en categorías, en cajitas, para conocernos mejor. Para darnos o no acceso a cosas. A un libro, disco, o peor aún, para dejarnos o no entrar a según qué país.
En suma, para decidir sobre lo que podremos o no hacer, sin que lo sepamos siquiera, o, en el mejor de los casos, sin saber muy bien, de qué dependía haber podido o no.
Pues bien, una cosa es saber, imaginar que eso sucede, y otra muy distinta es poder echar un vistazo al listado de esas categorías, esas cajitas en las que nos meten, con las más “jugosonas” marcadas en amarillo.
Vean vean:
Metáfora: Una cosa es saber que tu hijo púber está en edad de “conocerse mejor” y otra muy distinta, pillarle in fraganti.
La realidad no cambia, pero de pronto el tema se pone solito encima de la mesa.
Y las elecciones, europeas, autonómicas y locales (de momento) y nacionales se acercan.
Responsables y encargados de tratamiento
Algunos partidos están iniciando estrategias de “Juan Datalomo” (opción, por ejemplo, de masmadrid.org, la iniciativa de Carmena y Errejón, o la que se ve estos días de conalmeida.es) con sus propias plataformas para capturar datos de simpatizantes.
Ok. Me parece bien, porque los ciudadanos que allí se apunten serán simpatizantes y votantes. Prestarán su consentimiento a que le sigan enviando propaganda o información, que será de su interés.
Por dos razones:
- Estas iniciativas sólo apuestan, de momento y por lo que se ve, por agrupar simpatizantes (y entrarían ya por la excepción del 9.2.d) del RGPD.
- Además solicitan el “consentimiento” a sus fieles, no funcionan en nombre del sagrado pero indeterminado “interés público”, como vimos en el 58 bis).
“Compre, compre”
Pero… ¿Qué pasa con los partidos que, simplemente, decidan subcontratar todo lo relacionado con la selección de los destinatarios de su(s) campaña(s) de propaganda electoral?.
Miren, como decíamos al principio, sobran las empresas que simplemente, ya tienen todo lo que hay que tener para apuntar y disparar el mensaje político adecuado a la persona adecuada.
Y no hay problema si te apuntan al cerebro.
El problema, como nos avisan constantemente, es cuando te apuntan al hígado -o a la entrepierna- con el mensaje.
Especialmente si el mensaje propagandístico ni siquiera lo parece.
El tema ahora mismo no es tanto que los partidos políticos pueden recopilar datos ideológicos o “pulsar inquietudes” por sí mismos, como que contraten a una o varias empresas para que lo hagan para ellos.
Y sin recopilar nada nuevo, utilizando solamente lo que ya tienen estas últimas.
(Continuará)
Jorge García Herrero
Abogado y Delegado de Protección de Datos