¿Y si los políticos fueran bases de legitimación?

La protección de datos vive tiempos demenciales, algo que no explica un post colectivo como este, pero es que hay cosas que simplemente suceden y no tienen explicación. Igual que ese partido político que estás pensando.

Nuestros queridos políticos, en especial los líderes de los principales partidos, no se están portando muy allá, como nos demuestran en sus continuas apariciones en público, o en el pasado voto por unanimidad en el Congreso de los Diputados para aprobar el infausto 58 bis.

En Secuoya pensamos que si todos ellos fueran datos personales no habría base, evaluación de impacto o autoridad que legitimara su tratamiento, pero, ¿y sí para celebrar el día de los datos personales (y para reírnos un poco de ellos), les asignamos a cada uno de los líderes una base de legitimación? ¿Qué podría salir mal? .

Vamos a ello antes de que se nos pase la locura datera transitoria.

Pablo Iglesias – Consentimiento “Sí se puede”

Todo apunta a que Errejón y sus amigos se llevaron algo más que despedidas cuando crearon Más País. En concreto los datos de los afiliados.

O eso al menos es lo que ha dicho el antiguo DPD del partido, que a la perturbadora pregunta de “¿Debe una DPO denunciar las infracciones de su propia organización?” ha respondido con un “depende” o más bien con un “Podemos”.

La metamorfosis de Iglesias, honda y veloz, se ha producido pareja a la del consentimiento: de la tienda de campaña en Sol al chalete en Galapagar, de “El cascabel” a RTVE y en fin, de la cartera de polipiel a la de su flamante Ministerio.

Y es que Pablo desde que nació sabía que era puro consentimiento. Un consentimiento asambleario y cansino que legitimaba el tratamiento por puro agotamiento mental del resto a fuerza de votar hasta el tono de morado del relleno de los cojines de la sede del partido.

Aunque es un consentimiento con una tradición de dos generaciones (LORTAD y LOPD) no le gustan los nuevos aires del RGPD y su prohibición del utilísimo “No te opones, luego me das la razón”, ni tampoco que otros consentimientos se crean libres para proponer “otras bases distintas” a su coleta consentida.

La forma de obtener el consentimiento podría ser a través del convencimiento tras una larga arenga de descripción de unos fines que quiere para todos menos para sí mismo, y lo realmente interesante ha sido su forma de entender quién le ha dado el consentimiento.

Para Iglesias existe una especie de consentimiento divino para tratar de obtener sus fines. De hecho, el último consentimiento obtenido ha sido el de Sánchez que, lejos de ser específico, parece genérico.

Pablo Casado – Interés público “Everything I do, I do it for you”

El Partido Popular sufrió un descenso automático a tercera regional por aquella infausta sentencia del tribunal supremo.

Pero no se puede decir que la organización no aprenda de sus errores pasados: ha interpretado como nadie la obligación de eliminar datos personales cuando “ya no son necesarios”. Y si no, que se lo digan al disco duro del ordenador de Bárcenas, formateado 35 veces en una decisión que, por sí sola, convirtió la “responsabilidad proactiva” del RGPD en un maldito oxímoron.

A Pablo le encantaba ir a de pequeño a merendar todas las tardes a la Moncloa para que el tito Mariano o la tita Soraya le hablarán del interés público y de lo fácil que era colarlo sin evaluaciones de interés legítimo ni zarandajas raras de esas, siempre que tuvieras la sartén pública por el mango.

Aunque ahora está pasando tiempos difíciles desde el desahucio del tito Mariano, la bronca con la tita Soraya, y andar en números rojos; sigue apostando por el interés público para legitimar cualquier tratamiento “en beneficio de todos“ que se le ocurra, o para decir que los tratamientos del resto atentan contra lo más “sagrado” y que es el único camino para defender la Constitución y arreglarlo todo.

Lo curioso del líder popular es que haya recurrido a un Interés público cuando debería defender el legítimo, pero bueno, a fin de cuentas, fue elegido en un Congreso donde se entendió que él era quien debería defender lo de todos, aunque todos hubieran dicho que no fuera él sino tita Soraya.

Inés Arrimadas/ Albert Rivera – Interés legítimo “Si no le gustan mis principios tengo otros”.

Con un sentido del espectáculo inédito en este país desde la triste retirada de la vida política de Ruiz Mateos (Ah, cómo hubiera gozado este hombre en estos oscuros días), Albert convirtió cada debate en un Teletienda de bazar chino. Tan pronto te sorprendía con un pedrusco, como con otro volantazo a la derecha.

Albert e Inés eran la novedad a la que todo el mundo prestaba atención, y al igual que el interés legítimo que les gustaba tanto, venía dispuesto a barrer al resto de bases de legitimación con la premisa de reinventar la rueda y proponer extravagantes justificaciones que asombraran y confundieran al mundo.

El problema es que el interés legítimo no funciona alineando fuerzas propias y ajenas en contra de algo o alguien, sino buscando el provecho común tuyo y ajeno. Y desde ahí construyes.

La cosa funcionó durante un tiempo, pero Lucas, el perro de Albert, ofendido porque le llamara bebito y le dijera que todavía olía a leche ante toda España, filtró a los medios que no tenían hecha la obligatoria ponderación de interés legítimo de ninguno de los tratamientos del partido. Meses después, con la expulsión de Lucas al jardín trasero, el propio Albert no pudo justificar la “necesidad” de seguir y los ciudadanos “legítimamente” le retiraron su “interés” (y unos cuantos euros por escaños perdido).

¿Lo escuchan? Es un país entero encogiéndose de hombros.

Pedro Sánchez – Interés vital: “Live another day”.

Pedro es el rey del interés vital. ¡Qué demonios!, Pedro es el John Fucking Snow de la política española: aupado por los suyos como inesperado vencedor en unas primarias ganadas a golpe de big data, acuchillado, ejem, también por los suyos poco después, rescatado de la muerte, inesperado vencedor de nuevo y, ganador del trono de hierro al ser capaz, por dos veces ya, de convencer a todos los pueblos a uno y otro lado del Muro de que que sólo luchando juntos sobrevivirán a esos tíos azules de la mirada muerta.

Cabe apuntar que, visto en perspectiva, John Snow no ganó a los azules ni recuperó King´s Landing, su hazaña fue resolver un problema mediante una jugada poco ética por decir lo menos.

Pedro es un superviviente nato acostumbrado a navegar en corrientes tempestuosas (desde un falcon), y ha aprendido a base de cambiar colchones en la Moncloa, que la única base que importa de verdad es “ÉL” y su interés de seguir vivito y mandando.

Después de suspender 5 veces el mismo examen (aprobó con un cinco raspao en la 6º convocatoria) y la desastrosa experiencia de conseguir un mayor “consentimiento” electoral de los cabreados ciudadanos que le costó un abrazo romántico con Pablo Iglesias, ha vuelto a sus orígenes, parapetándose detrás de tantos ministros como quepan en la mesa del Consejo de Ministros.

Sánchez puede haber confundido su interés vital con el interés legítimo o el interés propio pero ha visto claro que el interés vital permite cambiar de opinión y sobre todo lo que dijo en campaña para gobernar porque era vital para el país tener un Gobierno, lo que no queda claro es que fuera vital que fuera él quien lo presidiera.

Abascal – obligación legal: “Todo para el pueblo pero sin el pueblo “

Santiago pasó por una Agencia de Protección de Datos, pero notoriamente, la protección de datos no pasó por él. Ah, esos problemas con el femenino singular. Y plural.

Santiago añora los tiempos en los que tratar cualquier dato venía dado por una fuerte obligación legal emanada de un poder de los de antes, no sujeto a chorradas y mamandurrias tecnoprogres como el interés legítimo, y que ordenaba gloriosamente a los ciudadanos bajo la premisa de: “una, grande, y con registro de ficheros” .

Especializado en invocar y exigir ruidosamente el respeto a los derechos y libertades fundamentales, -en concreto y en exclusiva: los suyos- sabe bien que no se debe dejar que la verdad te arruine un buen tuit. Y que los grandes éxitos se obtienen apuntando al bajo vientre.

Si magia y política se basan en la suspensión de la incredulidad, Santi con su varita es capaz de hacer desaparecer todo la España que no sea Meseta y todo lo que huela a progre en la normativa vigente.

¿Autonomías?: game over. ¿Diversidad amatoria? Bloqueo. ¿Gente de colores rarunos? Segregación. ¿Subvenciones peliculeras? Supresión.

Lo que realmente llama la atención de Abascal es que, tal vez, invoque una ley que no existe, o la haya transformado, inventado o igual, sea una norma medieval derogada.

Líderes Indepes – Contrato

Las distintas “famiglias” nacionalistas (León no incluida) han aprendido que la única base que sirve es el contrato por escrito, redactado en lengua de cada territorio, con un extenso registro de actividades (a realizar para que no rescinda el contrato) con sus respectivos KPI, y basado en la necesidad más necesaria que existe: la tuya por cumplir tu deseo de poder a costa de lo que sea.

Ante la típica pregunta del DPO listillo de que ese contrato no es válido porque el interesado no es parte, siempre contestan que no eres competente en nuestros estados libres asociados súper respetuosos, y que remitas tu queja a nuestro representante en la UE de gafitas y corte de pelo a tazón.

Lo realmente interesante de los indepes es que esgrimen una base de ejecución de contrato cuando igual no están ni autorizados ni pueden por no tener capacidad para llevar a cabo ese contrato bien porque no está en su mano el objeto del mismo o bien porque, simplemente, están en la cárcel.

Esperamos que os haya parecido simpático y no demasiado perturbador 😊. ¡¡Feliz día internacional de la protección de datos!!