Toma de temperatura a clientes y visitantes: 4 afirmaciones ¿indiscutibles?

 

La toma de temperatura sigue dando guerra y el tema vuelve y vuelve, ahora con especial preocupación sobre visitantes, clientes, usuarios…

 

Porque lo de los trabajadores ya está zanjado.

 

Este tema puede llegar a ser tan técnico que intentaré enrollarme no en la teoría, sino en la historia que me se ha ocurrido para ilustrarla.

 

Prólogo: la Cola de la Seminci®

 

Dos buenos amigos, Miguel y Ana, se conocieron hace la tira de años pasteleando en la “cola de la Seminci”. Hoy son felices padres de dos niñas preciosas.

“La Cola de la Seminci”® es un “conceto” local, tan pucelano como el torrezno o el alcalde bocazas.

Les cuento:  Antes de la “digitalización total”, para comprar el abono de la Semana Internacional de Cine de Valladolid había que hacer cola.

Como los abonos se ponían a la venta un sábado por la mañana, la cinefilia vallisoletana se organizaba durante la noche de ese viernes por grupos, turnándose haciendo cola uno, por turno, mientras el resto se iba mamando progresivamente en los bares de la zona para aguantar la larga noche, y así sucesivamente hasta que, a las nueve de la mañana, el despojo humano al que le tocaba el último turno compraba los abonos para el resto.

Durante esa noche de frío, dolor de pies y alcohol, el resto de paisanos noctámbulos observaba con una mezcla de compasión, sorpresa y coña marinera a los gafotas que aguantaban la nocturna espera en los soportales del Teatro Calderón, para conseguir el dudoso privilegio de meterse en vena (un mínimo de) tres selectas películas de autor en versión original durante diez días seguidos.

Los de la “cola de la Seminci”, en cambio, reservaban una semana de sus vacaciones ad hoc y año a año se reconocían con una mirada, forjaron un sentimiento de comunidad de intereses, aficiones y sacrificio –nocturno en la cola, y no pocas veces diurno en la butaca-.

 

Probablemente ese sacrificio era lo que merecía la pena: en especial ese momento de reconocimiento y pertenencia cuando de un vistazo comprobabas que, un año más, estaban los mismos rostros pálidos de siempre en la cola –Valladolid es un pueblito-. Aunque no tuvieras -de entrada, – forma de saber los nombres de quienes reconocías en ella.

 

¿Dónde quiero ir a parar con esta potiita historia?

 

Hoy, los que hacían la “cola de la Seminci” la añoran con nostalgia. La historia de Miguel y Ana no se repetirá. O sí, claro, pero ya por otros medios.

No es difícil imaginar un plano secuencia ñoño -con música de Amelie o similar- de las miradas de Miguel y Ana recorriendo la hilera de gafapastas bostezando hasta encontrarse.

 

Pero para entrar en materia jurídica imaginen esa noche insertada en nuestros días de pandemia. Imaginen, además, que para entrar al Teatro y comprar las entradas, hubiera por medio un segurata de termómetro pistolita en ristre. Y que, de acuerdo con la pistolita, Ana o Miguel tuviera, por ejemplo, 38 grados de temperatura. Y que, por eso, no se le dejara pasar al Teatro.

 

Se desencadena el drama: secuencia de planos encadenados:

Primer plano de los ojos muy abiertos del afectado.

Ceño fruncido de su paternaire.

Suena el “You can´t always get what you want” de los Rolling.

Los amigos resacosos llevándose las manos a la cabeza al día siguiente porque no se les pudo comprar el abono.

Las niñas desvaneciéndose de las fotos familiares rollo “Regreso al Futuro”.

THE END

 

“No te sofoques mi amor, pero tengo que verte primero”

 

Y mira que lo decía Santiago Auserón.

La AEPD allanó el camino al tratamiento de toma de temperatura sobre trabajadores. Peeero no lo hizo en relación con otros terceros. De ahí la popularidad de las soluciones aprioristas en plan “negar la mayor”.

 

En la toma de temperatura no hay dato, no hay tratamiento.

Muerto el perro se acabó la rabia.

En relación con la Resolución de ayer, que ordena la toma de temperatura sobre viajeros que entren en España, sólo diré: esa «resolución» -que en realidad no es una resolución sino una disposición general…- ¿es suficiente?.

Y sobre el tema en general, tal y como intenté explicar en nuestras Conversaciones Secuoya sobre el tema, considero sinceramente que hay sólidos argumentos a favor y en contra.

 

Y por eso, en este tema, como en ningún otro, hay que estar a las concretas circunstancias para dilucidar de cada caso respectivo si se puede hacer todo lo que conviene o conviene no hacer todo lo que se puede.

Dicho esto -mi conclusión sobre el tema, es que no tengo conclusión sobre el tema- voy a enumerar brevemente los argumentos que podría esgrimir alguien que viera su abono de festival, su matrimonio o cualquier otra cosa en riesgo, en caso de que no le dejaran entrar a tal sitio o hacer tal o cual cosa, por un gradillo de más o de menos.

 

1.- “Mido la temperatura y me olvido de todo”

 

Nunca habremos discutido lo suficiente sobre si la toma de temperatura es o no una medida ”idónea” para proteger a las personas.

Sí, creo. podemos estar todos de acuerdo en que por sí sola, no sirve para mucho.

Lo que es efectivo es el uso de mascarillas, la higienización mediante desinfectantes y que mantengamos las distancias entre nosotros.

Si tus medidas de protección se limitan a poner un cancerbero con pistola láser, estás haciéndote un flaco favor a ti mismo y a tus clientes.

 

2.- “El que tiene pase pasa y el que no tiene pase no pasa”

 

Por privacidad, y sobre todas las cosas, por ética, respeto y sentido común, no plantees soluciones binarias –“o entras o no entras”.

Monta un procedimiento que permita llevar aparte, a un sitio discreto, a nuestro acalorado amig@ y trata de entender con él posibles explicaciones a su “alta” temperatura corporal que no necesariamente sea un contagio de COVID.

De ahí la conveniencia práctica de que esa valoración la haga alguien con conocimientos sanitarios, y que la cosa no se limite al guarda de seguridad, aunque la práctica haya sido, ejem, legitimada por la sentencia del TSJ de Valencia.

 

3.- “Es claro y diáfano que no es dato personal”

 

Se puede decir –y así lo dice el  RGPD- que no hay dato personal cuando el dato no hace referencia a una persona identificada o identificable.

Peeeero también se puede decir, -y así lo dice la Opinión 4/2007 del Grupo de Trabajo del art. 29- que es dato personal el que cumpla cuatro requisitos:

1.- toda información

2.- sobre una persona (y esa relación puede hacer referencia a un contenido, una finalidad o un resultado)

3.- identificada o identificable

4.- que sea una persona física

Los puntos debatibles, en este caso, son el segundo y el tercero.

Sobre el segundo, el GT29 dice:

teniendo en cuenta los casos mencionados anteriormente, y siguiendo la misma línea de razonamiento, podría afirmarse que para considerar que los datos versan “sobre” una persona debe haber un elemento “contenido” o un elemento “finalidad” o un elemento “resultado”.

Basta uno de los tres. En este caso, concurre el indudable elemento de la finalidad: el dato se trata con una finalidad: la de individualizar o distinguir a quien tienen equis temperatura para no dejar que “se mezcle” con el resto.

Sobre el tercer punto

El considerando 26 del RGPD se pronuncia en estos términos

«Considerando 26

 Los principios de la protección de datos deben aplicarse a toda la información relativa a una persona física identificada o identificable. (…)

Para determinar si una persona física es identificable, deben tenerse en cuenta todos los medios, como la singularización.»

Y esa singularización, en los términos de la opinión 4/2007, es un concepto muuuy amplio:

Toma de temperatura

4.- “Es claro y diáfano que no existe tratamiento de datos”

 

Otra tajante afirmación comercializada en dos famosas versiones:

 

4.a.- LITE VERSION: “El chisme este que me vendieron no trata datos”

 

Ojo con lo que dices, vaquero.

“Es «tratamiento»: cualquier operación o conjunto de operaciones realizadas sobre datos personales o conjuntos de datos personales, ya sea por procedimientos automatizados o no, como la recogida, registro, organización, estructuración, conservación, adaptación o modificación, extracción, consulta, utilización, comunicación por transmisión, difusión o cualquier otra forma de habilitación de acceso, cotejo o interconexión, limitación, supresión o destrucción;”

Entérate bien de qué hace y cómo lo hace ese cacharro que compras.

La responsabilidad del responsable de tratamiento, valga la rebuznancia, viene dada por el mero hecho del tratamiento de datos, no por su nivel de conocimientos tecnológicos.

“Yo es que de esto no entiendo”

“El comercial me dijo de que no era tratamiento”

“¿Tratamiento perdón cualo?”

Ninguna de estas salidas te librarán de responsabilidad si pensabas que el sistema que te vendieron no trataba datos personales, pero luego sí los trataba. Y la responsabilidad –al menos en el terreno de la protección de datos personales- no será del proveedor, sino tuya.

Es tu responsabilidad asegurarte de saber cómo funciona y qué hace la tecnología que contratas.

 

4.b- KING SIZE VERSION: “si el dato no va destinado a incluirse en un fichero organizado, no hay tratamiento”

 

Repasen conmigo la catártica sentencia C–25/17, del TJUE sobre los Testigos de Jehová en Finlandia. Aunque el caso da para mucho, ya he contado bastantes historias por hoy.

Ahí van dos fragmentos literales.

“El concepto de «fichero» en sentido amplio, al comprender, en particular, «todo» conjunto estructurado de datos personales

 “El requisito de que el conjunto de datos personales debe «estructurarse conforme a criterios específicos» solo tiene la finalidad de permitir que los datos relativos a una persona puedan recuperarse fácilmente

BOOM!!

Mi promesa era no enrollarme, así que sólo añadiré que, desde mi modestísimo punto de vista, el simple hecho de que a una persona se le deje entrar o no a un establecimiento “protegido” por uno de estos sistemas, permite no sólo al «pistolita», sino indudablemente a cualquier observador con ojos en la cara replicar el mismo juicio de valor sobre su estado de salud realizado por el segurata de turno.

Juicio colectivo que tiene las mismas consecuencias para el interesado.

Así que, volviendo con Radio Futura, -sí, el mejor grupo español de la historia-:

La cosa pierde color
Cuando la piensas dos veces
Y más dispuesto pareces
A pensar en lo peor

 

Muuy buena semana

 

Jorge García Herrero

Abogado y Delegado de Protección de Datos

 

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